Cuando era chico, escuchaba un pajarito que se posaba en un árbol, siempre cantaba una melodía, era mi canción de cuna. Recuerdo que nos hicimos algo así como amigos y él ya no me tenía miedo. Pasó el tiempo y me fui deshidratando, desaliñando y me hice viejo, esas cosas que te hace la ciudad sucia y gris, luego dejé esa casa junto al pajarito y nunca más lo vi, entonces fue cuando ya no me quedaba nada de niño, me lo había quitado la ciudad y todo lo que me quedaba era la muerte, pero seguía vivo.
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