"Vivimos al borde del sentido."

1.14.2012

C'est la vie ... non!

Existió una vez un viejo que cada vez que le sucedía algo malo se repetía a si mismo: "c'est la vie..." mientras se encogía de hombros y se decepcionaba. Un día pasó un niño de poca edad, no más de ocho, y le vio sentado muy solitario, así que se acercó a preguntarle por qué estaba tan solo, y el viejo le respondió que eso era lo que la vida había querido para él. El niño muy asombrado, le preguntó quién era Vida, el viejo rió suavemente pero lo cubrió con un carraspeo de garganta, quizás una tos, y le dijo que no era alguien, era la vida, la que todos estamos viviendo, entonces el niño le preguntó por qué la vida lo dejó solo, y el viejo se quitó el sombrero y le dio las gracias al niño mientras caminaba hacia la salida del parque. El niño sólo le sonrió y lo vio alejarse con lentitud, sintiendo, sin realmente saber, que tenía todo el tiempo del mundo para vivir su vida. Así el viejo pasó por una pequeña plazoleta que tenía en el centro un árbol, un hermoso y gran árbol, lleno de flores gigantescas, cortó dos de esas flores y siguió su viaje, caminó con lentitud hasta un puente y miró el agua móvil mientras recordaba su vida, repasando cada momento, cada paso, cada respiro, cada mujer, cada una de las caras que había visto, aquellas que olvidó y las que recordaba, sabiendo lo difícil que es olvidar. Lanzó una de las flores en señal de despedida y prosiguió su camino. Llegó a una reja enorme con unas puertas más grandes aún, estaban abiertas de par en par, entró en el recinto y caminó por el sendero que sólo había recorrido una vez, iba despacio como si la vida le hubiera secado las rodillas, tenía la flor en su mano izquierda, la sostenía con cariño, miedo y cuidado, e iba recordando cada momento de su vida en los últimos años, cada error, cada disgusto, cada risa, cada tos, cada flor, cada acción, cada reacción, en fin... todo. Ahora sí, había llegado al final de su camino, frente a él una roca tallada no de gran tamaño, con forma redondeada que en su cara frontal tenía escrito la fecha más linda y la más terrible de su vida, el nombre de la mujer más perfecta que vieron sus ojos y una frase que él nunca antes había escuchado o leído. Se acercó y limpió la tierra que se acumulaba entre las letras, arrancó las malas hierbas que crecían al rededor, y puso la flor mientras la recordaba, pensando en las grandes alegrías, penas y enojos que le hizo pasar la mujer de su vida, la única mujer por la que pudo cambiar, sólo por ella, él se convirtió en un padre, en alguien que puede pasar horas despierto en la noche leyéndole cuentos de princesas, alguien que puede aprender a hacer peinados espectaculares y platos deliciosos, en alguien que nunca se cansa de escuchar una y otra vez las penas de una enamorada, en alguien que jamás iba a dejarla sola, en alguien que al verla morir, murió con ella.

El viejo dejó la flor, derramó un par de lágrimas y dejó la piedra, el sendero, la puerta, el puente y el árbol y volvió a su asiento del parque como si nada hubiera pasado, por que en realidad nada pasó, él seguía igual y el parque también, pero por dentro, el viejo había dejado atrás la tristeza de la vida, había podido hacer lo más difícil que se le presentó en todos sus años: "sin olvidar, seguir adelante."

Unos cuantos días después, el niño volvió a sentarse junto al viejo y le preguntó cómo se sentía, el viejo le sonrió y lo invitó a tomar un helado, el pequeño le contó mil historias que él había inventado, le contó lo que quería de su futuro y lo que haría para lograrlo, cuando volvieron al parque, el niño le dio las gracias y un abrazo muy fuerte, ambos sabían que era una despedida así que prefirieron hacerlo rápido, el viejo le dio las gracias y el niño le sonrió mientras le escondía un papel en el bolsillo, el viejo lo observó mientras se iba caminando y pensaba en la gran vida que le quedaba por delante al niño. Entonces el viejo metió las manos en sus bolsillos y encontró el papel del niño, era un pequeño sobre que dentro tenía una hoja de la flor que había tomado del árbol, y una pequeña nota con letra de mujer que decía: "Sigue adelante, la vida la moldeas como tú quieras, sé feliz."

1.13.2012

me rindo, ya no encuentro la salida, cada vez se hace más grande y se traga todo lo que encuentra a su paso, cada vez es más rápido, es una muerte inminente, es una muerte lenta, es una muerte desde adentro hacia afuera y peor aún, ni siquiera me va a matar.