"Vivimos al borde del sentido."

1.27.2014

Tus manos

Había olvidado como eran tus manos, lo suaves, delgadas y fuertes que son, lo mucho que me gustaba tomarlas y cómo me hacían sentir escalofríos cariñosos cada vez que me rozaban. 
Había olvidado que tus manos me derriten y me dejan soñando contigo por un buen rato, reviviendo una y otra vez el mismo sentimiento, la misma escena, para luego traer recuerdos de nuestro tiempo, esa vez que nos tomamos la mano. 


¡Qué lindos recuerdos!

1.12.2014

¿Me extrañas?

 Antes de dormir o cuando ves romance en la tele, cuando vas al mall, cuando sales en bicicleta a pasear, cuando vas al Inés de Suárez, cuando estás sólo, cuando estás acompañado... ¿Alguna vez te sientes solo?
¿Piensas en mi?
Cuando recién despiertas, cuando te estás quedando dormido, cuando piensas en el pasado o en el futuro, cuando ves nuestro árbol, cuando encuentras mi anillo sin querer... ¿Alguna vez has sentido que no puedes?

Porque yo siento que no puedo.

1.11.2014

Gato color otoño

Érase una vez un gato que tenía en su pelaje, todos los colores del otoño, se paseaba por el pasaje con toda su elegancia durante el verano, la primavera y el invierno, pero siempre desaparecía durante el otoño, todos soñaban con lo hermoso que debía verse durante esta estación, mas nunca nadie lo había visto.

Todos querían domesticarlo y tenerlo de mascota, de echo, muchos lo intentaban de vez en cuando, lo perseguían con sus manos inmundas e intentaban acariciarlo, pero sólo unos poco lo habían logrado, porque este gato color otoño era el más escurridizo y rápido de todos los gatos. Hasta qué un día, llegó una familia a vivir en la última casa del pasaje, una madre embarazada, un padre amoroso y un pequeño niño muy distraído, quien, al ver este gato, se enamoró de los colores que traía impreso. El pequeño de verdad quería al gato, así que le dejaba leche disuelta y comida de gatito a escondidas, afuera de su casa antes de irse a dormir, y cuando despertaba corría a ver si el gato se había comido lo que le dejó. 

Otoño tardó un poco en confiar en el niño lo suficiente como para comer lo que le dejaba, pero finalmente lo hizo, el niño fue muy paciente y perseverante, lo que lo ayudó a lograr su primera meta con el gato. Luego, el pequeño empezó a sentarse cerca de la comida, cada día un poco más cerca para que el gato no se asustara, a veces debía retroceder y otras acercarse más, pero todo era un juego divertido de jugar, y cuando él estaba suficientemente cerca del gato, empezó a acercar su mano para hacerle cariño, lo que demoró unos cuantos meses más en que el gato se sintiera cómodo junto con este niño, quien por primera vez, no tenía las manos inmundas. 

Finalmente este gato intocable, se dejó tocar por un niño, pequeño, con sus manitos limpias y sus ojitos esperanzados, ambos se sintieron felices, se regocijaron de cariño, plenitud, felicidad y amor, ninguno había sentido antes ese amor tan puro.

Y fueron amigos hasta la muerte.