"Vivimos al borde del sentido."

2.28.2016

Nightmare.

Hoping for the story not to repeat itself, while having the worst nightmare I've ever had.
I've been awake for a couple hours now, I tried to sleep again, but the images keep haunting me.
But all I'm really hoping, is for the story not to happen again. Sadly not talking about the dream, now the dream, raw and in spanish:




Un paseo en grupo, parecido a un paseo de curso, pero más libre, como si fuéramos por la universidad. Estaba la Maca Diaz y la Sofía, el Nacho y el Sergio. No sé a qué ibamos para allá, pero si pasabas la noche en el recinto, envejecías y te volvías ciego, por los gritos y el terror que sentías. La parte embrujada, no era la casa principal, si no una casita lateral. A cierta hora, empezaban a volar murciélagos y todos corriamos desde el patio hacia esa casa, donde había un techo entre la escalera y la puerta de entrada, al correr a ella, yo sentía todas las malas vibras, todo el embrujo, no quería ir, no quería ir, pero iba con el Sergio y el Nacho, porque ellos estaban muy asustados por los murciélagos. Al llegar al techo, un maniquí se unía a nuestro grupo, yo era la única que lo notaba y no podía decirle a nadie má, ellos le veían como si fuera una persona más, como si siempre hubiera estado ahí. Íbamos todo el tiempo tomados de las manos.
El maniquí convencía al Nacho de quedarse a carretear, y él de caliente se quedaba durante la noche, por ende el Sergio y yo también nos quedábamos. Empezaba el horror cerca del amanecer, cuando la gente que había entrado a la otra casa, para refugiarse de los murciélagos, recién lograba salir, todos en pareja (no tríos), tomados de las manos, con mechones de pelo blanco y los ojos enblanquecidos, ya no hablaban, empezaban a volver al salón principal, de la casa principal. Este salón tenía muebles hermosos, de color damasco, con las maderas bañadas en oro, una chimenea enorme, una luz infinitamente cálida y unas alfombras rojas como la sangre. Al llegar la Maca y la Sofía, Sergio, Nacho y yo, nos dábamos cuenta de que casi habíamos pasado la noche ahí y arrancábamos, pero al llegar a la entrada, unas fuerzas no me querían dejar ir, el maniquí seguía de nuestra mano y nos intentaba retener, pero nosotros igual nos afirmábamos con fuerza de las muñecas y los dedos, y luchabamos, como luchando contra un viento de puerto natales que no te deja avanzar. En este forcejeo, desperté.


Si entrabas a la casa lateral, que era de mucho menos tamaño que la principal, se convertía en un edificio, que había sido un manicomio, y era un laberinto del que no podías salir, mientras te asaltaban fantasmas y monstruos que terminaban matando a uno de los tres, al otro lo envejecían, enmudecían y enceguezaban, y al tercero le dejaban el habla, y la vista, pero por eso mismo es que nunca podían olvidar los horrores que vieron dentro de la casa.

Desperté con la mandíbula muy apretada, las manos adoloridas y veía como si me pusieran una luz epiléptica frente a mis párpados cerrados, pero incluso estando abiertos, estaba medio ciega, hasta que volví a ver. Despertar fue un alivio.


...Hasta que vi y pensé: 'que no se repita, que no se repita por favor.' Y dando vueltas en la basura pensé más allá: 'quizás es mejor que se repita a que sea algo peor.'

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