Cuando era pequeña, le escribía cartas a mi madre por todo, ya fueran de amor, odio o tristeza. Creo que me costaba demasiado decirle las cosas, ¿y como no con todas sus respuestas, sus monólogos y su poca escucha?
Cuando ella recibía mis cartas, las leía y venía a debatirlas a mi pieza. Me las leía en voz alta, leyendo todas y cada una de las faltas de ortografía que tenían.
Y yo siempre terminaba callada y enojada.
¿Eso es normal, sirve de algo, aprendí a escribir mejor con la vergüenza? ¿O es en realidad una tortura para un niño? ¿Será por eso que siempre tuve miedo de publicar mi escritos? ¿Será por eso que los errores de ortografía los veo como aberraciones?
Si yo hubiese tenido una hija así, habría ido a hablar con ella sobre las cartas, la haría enfrentar sus miedo a decir lo que siente y piensa, y quizás luego, unos días después le ayudaría a mejorar su ortografía especificando en las palabras que usó en la carta.
Porque me gustaría tener hijos sanos mental y emocionalmente.
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