"Vivimos al borde del sentido."

10.18.2015

Madre.

En otro mundo, en otro universo, en otra vida, escuché la voz de mi madre diciendo: 'Discúlpame hija'.


Había una vez, una madre con el poder de achicar a su hija. Desde su nacimiento se empeñó en disminuirla, omitiendo opiniones, interrumpiendo comentarios, no escuchando y mal interpretando siempre que se pudiera.
Madre siempre hablaba horas seguidas e hija tenía que escuchar, pero hija jamás fue escuchada cuando era algo importante o que le apasionaba.

Madre nunca aceptó a hija como un ser humano con emociones y pensamientos, cada vez que hija no estaba sonriente, madre le decía que estaba agria o enojada, jamás aceptó esas emociones catalogadas como "malas".
Cada vez que hija, tras esas no-aceptaciones de su madre, decidía hacer algo que quitara su mente de esos dolores, madre se interponía disminuyendo sus capacidades, "deja ahí, yo lavo", haciendo sentir a hija que su forma de lavar la loza era mala.

Así hija se fue achicando entre orejas tapadas y bocas grandes, hasta que madre la perdió por completo.
Hija sólo quería una disculpa, que de la boca de su madre salieran esas anotadas palabras: "Discúlpame hija, por no aceptarte como un ser humano que siente y no siempre está feliz, que a veces está cansada. Discúlpame hija por todas las veces que te hice sentir como un estorbo, como un ser indeseado, como una molestia. Discúlpame por no dejarte ser libre de expresar tus emociones, discúlpame por enseñarte que mostrarle al mundo que sientes, es malo, y discúlpame por nunca haberte pedido disculpas antes."




Yo sólo quiero una disculpa madre.

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