"Vivimos al borde del sentido."

2.19.2016

Metro, 13.8.2015

Cuando llegamos al andén había un gran gentío y estaba caluroso. En la espera pusiste tu bufanda alrededor de mi cuello, pero tuve que quitármela porque el calor me mataba.
Nos reímos, cantamos y hasta bailamos esperando, parecía que todo era como debía ser.

Sonaron los rieles y sin saber si debía celebrar o no, nos aglomeramos junto a otros para entrar al vagón. Puse un pie adentro, di unos pasos hacia una persona para darte lugar, y al darme vuelta estabas ahí, tan cerca mío.
Te miraba a los ojos y tú a los míos, tu boca modulaba palabras que escuchaba atenta, pero ya no recuerdo, sólo me queda el sonido de tu voz profunda.
No tenía de donde afirmarme y en una vuelta loca, mi cuerpo se acercó más al tuyo, pero como tienes novia me apoyé del pasamanos para no lamentarlo luego y miré hacia abajo. Cuando volví la mirada a ti, me entendiste y te gustaba, igual que a mi. Toqué tu chaleco, porque me llamaban la atención los puntos, no quería dejar de tocarlo, quería estar pegada a ti, acurrucada en tu hombro, afirmándome de tu abrazo.

Entre tanta proximidad, miradas y deseos, casi no escuché la voz que dijo: 'salvador', por suerte o mala suerte, me quedó un pequeño eco y te dije: 'llegamos'. Te sorprendiste, quizás porque ibas igual de magnetizado que yo, y nos bajamos, dejando en parte atrás, nuestro romance ficticio.

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