"Vivimos al borde del sentido."

1.11.2017

La breve historia de la altura.

    Quería dejar constancia de una historia breve pero intensa que empezó y terminó (o casi), en estos días.

Voy a partir contando de esa vez en que fui a Bellavista.
Ustedes que me conocen, saben que yo no salgo mucho, saben de los problemas que tengo siempre que voy a salir de noche y saben de las constantes llamadas de mi santa madre. Bueno pues esta vez le mentí, y salí sin que me importara nada, tras haber comido pizza con mucho queso y picante y haber tomado una buena cantidad de tequila, o vodka, o piscola, ya no recuerdo.
Esa noche estaba empecinada en conocer a alguien que me gustara, porque eso quería, una pizca de emoción instantánea, no más esperar por el futuro (Alemania), quería sentir ya mismo, vivir ahora! Claro, no funcionó, los amigos de ese amigo con quien nos juntamos no me parecieron interesantes a primera vista, así que, como siempre, decidí caer por mi cualidad física favorita: la altura.

Rebotamos de bar en bar hasta que llegamos a dormir a la casa de 'la altura'. No pasó nada real, pero sí me fui con un extraño amor por 'la altura', no pude para de pensar en él y quería saber más sobre quién era. Pero no me acordaba ni de su nombre, así que mi vida siguió expectante por Alemania, sin más emociones instantáneas, aunque sí varias veces me acordaba de 'la altura' y trataba de recordar algo que me dejara encontrarlo en internet, pero no, nada de nada, sólo su altura.

Tuve una semana ocupada, ya ni me acordaba de él', cuando recibí la invitación de año nuevo. Una fiesta como las que a mi me gustan, llenas de "extras", algunos amigos, mucho alcohol y muchas oportunidades de conocer gente nueva.
Entonces, ya pasado el rato, ya pasados los shots, llegó 'la altura', nos saludamos, conversamos mucho después en la cocina y nada más. Cuando ya no quedaba mucha noche, estaba medio dormida en una silla del patio, así que le dije a mi amigo que me ayudara a llegar a 'la altura', y él me empujó, no miento. Me empujó directamente hacia 'la altura'.
Al chocar le pedí disculpas mientras me acercaba decidida a darle el mejor beso de su vida, y quizás de la mía, y así lo hice, y los disfrutamos al máximo. Me propuso ir al baño, accedí. Recuerdo dos baños, un sofá afuera del baño de abajo y luego mi bota afirmando la puerta, el celular sonando, el ruido de llaves, gente golpeando como locos. Y por supuesto, a 'la altura' ahí, conmigo, encerrados en ese baño sin importar lo asqueroso que estaba, ni la cantidad de gente esperando, ni las consecuencias.

Salimos cuando ya había luz, avergonzados de haber hecho a tanta gente esperar, pero ya no estaban. Fuimos hasta la cocina muertos de sed, con esas sonrisas culpables pegadas en la cara, todos decían cosas pícaras, y nos miraban con ojos achinados, pero no me importaba, yo sólo quería agua.
Fuimos a sentarnos a un sofá, conversamos cercanos y llegaron los amigos para que partiéramos a nuestras casas. Todos se bajaron antes que nosotros, 'la altura' vivía por Irarrazaval, pero entre besos nos pasamos y cuando le dije un tanto sobresaltada, me respondió sonriente: "sí sé". Fue entonces que me enamoré de 'la altura'.
Llegamos a Los Alerces, pero nos devolvimos a Grecia, caminamos hasta el República de Siria y nos quedamos conversando en esa plaza por horas, haciéndonos cariño como si nos conocieramos de años, como si confiaramos plenamente en el otro.
Incluso, un hombre que pedía plata nos dijo que entre nosotros había mucho amor y mucha pasión, y nosotros nos reímos montones, ambos sabíamos que la realidad era otra, ¿o no?


Ya a la hora de almuerzo él se estaba durmiendo, así que nos separamos, pero se sentía algo extraño en la despedida. Quedamos de no pensar en lo que pasaría, pero ustedes saben que soy terca, y no pude no hacerlo. A la tarde tras haber dormido, no me aguanté y lo contacté, me aceptó y me habló en seguida, y yo lo amé otra vez, sin siquiera conocerlo. Desde entonces no hemos parado de hablar, ya van 10 días y seguimos hablando, pero ya no desde el amor, si no desde el desamor.
Un desamor extraño, demasiado amistoso y cercano, demasiado apañador, demasiado parecido al amor.

Llegamos a eso tras una deliciosa noche de verano, a las 10pm en la Plaza Ñuñoa, queríamos salir a comer, pero allá es todo muy caro así que bajamos por Irarrázaval, miramos el HBH, me contó sobre el Medio Kilo y la gente ebria del final de las noches, y al final entramos al Insert Coin. Para ambos era la primera vez y pareciera que todo el mundo lo sabía, no es que hubiera mucha gente tampoco, si era martes. Pedimos papas vegetarianas porque sí, él un sub-cero y yo algo con Jäggermaister, el mío estaba más rico. Ahí notó que yo era muy perceptiva y no dejó de mencionarlo más, cada vez que puede. Comimos y volvimos a la plaza, nos sentamos bien cerca, con harto cariño, y hablando de la honestidad y la comunicación en las relaciones nos pusimos a conversar sobre nosotros, yo me iba a Alemania y él quería trabajar sus temas en soledad; ahí estaba, esa sensación de freno que me daba él, ahí todo tuvo sentido.

Dimos opiniones, escuchamos atentos y disfrutamos los silencios en caricias plenas, caminamos hasta mi casa y dijo que se acababa, acepté, no como si pudiera haber hecho algo diferente, me acerqué al portón, abrí, di media vuelta y le volví a dar un beso gigante, pensando que iba a ser la despedida final. Entré, me saqué toda la ropa y la dejé en el canasto de ropa sucia, me puse pijama, y me senté a tomar té. Entonces se me vinieron a las mente más cosas que argumentar en la conversación, no pensando en cambiar el resultado, si no sólo para tomar en cuenta. Y como ya no tenía nada que perder le dije, seguimos hablando más hasta las 5am, quedó de re pensarlo, yo sólo esperaba, aunque eso no evitaba que igual le diera vueltas infinitas al tema.
Lloré desahogando la rabia que me da esta perra vida que te trae lo que deseas en el peor momento posible. Lloré por los 2 años que desperdicié intentando mantener viva una relación que ya estaba muerta, y que podría haber usando en tantas otras cosas. Lloré por haber conocido lo que tanto quería, ese amor que me ponía a mi antes que a todo, pero que sólo llegué a saborear. Lloré porque hasta me hizo dudar de mi plan de vida, y quise dejarlo todo, a pesar de no conocerlo. La verdad es lloré por sentir algo tan extremo de forma tan abrupta, algo que pensé que jamás volvería a sentir. Pero ese llanto me hizo bien, me hizo mejor que cualquier otro, aunque esa es otra historia.

Nos volvimos a ver unos días después, intentando no tocarnos, pero tras risas y disfrutes, fue imposible. Y en la confusión del tacto me dijo que no, y se acabó.
Pero seguíamos abrazados, medio durmiendo, conversando en ese tono despacio de los amantes, y con esas miradas de las que se escapa el interés y la preocupación. Y entonces las palabras finales: 'ya Dani, me tengo que ir'. Esas palabras que a cualquier Dani le rompen el corazón porque sabemos que eso significa que ese final del que se hablaba, llega para quedarse, que ahora se siente. Pero quedó una propuesta pendiente, quedó una deuda, quedaron montones de conversaciones pendientes, pero quedaron las cosas claras, y se acabó.
Mientras sacaba su bici del patio, tocamos 2022 en el ukulele, una versión rápida y con errores, pero completamente genuina, con miradas honestas y risas.

Lo acompañé a la reja, nos despedimos con cariño como si fuera un amigo que no volvería a ver jamás, cerré la puerta, suspiré y volví a la casa para cantar a todo pulmón, mientras lanzaba la ropa al cesto de ropa sucia. Me duché y cuando tomaba otra taza de té, vino la iluminación. Escribí una canción entera en tiempo record! La toqué y la toqué hasta que me dolieron los dedos y en ese intertanto él me volvió a hablar, y entre globos y colores, de nuevo sin nada que perder, le envié las dos canciones.
Le gustaron, a mi también.

Eso fue todo, seguimos hablando y hablando y hablando, seguimos infinitamente interesados en el otro, escuchando atentos, seguimos admirando lo que llegamos a sentir, lo aleatorio de toda la situación y aprendimos montones de lecciones en tiempo récord!

Eso fue todo, esa fue la historia entre 'la altura' y yo, pero les voy a decir eso sí, que se llama Sebastián.
















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Lo único que sigo dudando es si su "querer estar solo" era sólo hacer introspección, o incluía salir con muchas chiquillas y culear harto. Por mera curiosidad, total yo no tengo nada que ver con eso.

Y como conclusión de la historia, porque recordemos que en este blog escribo lo que se me antoja, quería escribir lo siguiente:

Me encanta lo liviana que ha sido esta situación, lo puro de los sentimientos y la falta de esa sensación turbia de una ruptura normal. Estoy contenta de todo lo que pasó aunque a veces me de tristeza, y aunque a veces quisiera estar acostada sobre él, y desear fundir nuestros cuerpos y hacerle cariño por todo el tiempo que sea necesario, y mirarlo a los ojos firmemente, y escucharlo atenta, y sentirme liviana y pequeña porque me pudo levantar como si nada mientras estábamos en ese baño mugroso.
Tengo buenísimos recuerdos y van a ser más, aunque no sean de pareja, no me importa. No me importa lo extraño que sea todo esto, me alegra haberlo vivido, porque conocí a una persona más que vale la pena guardar con cariño en el corazón.

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